Roque Dalton
Se secan
sobre la mesa de luz
las azucenas
de roque dalton
a la sombra del viejo trotsky
que pica y pica
la cabeza
y se muere ya en su miasma
en su máxima peneana
de traspasar toda frontera
fémina
permanente
mente sexagobiada
/de ciertos desiertos inciertos
mejor no hablar
que al viejito
no le gustaban lampiñas/
Y somos ahora un
Coyoacán en luto
la mejor paleta
tiene las virtudes de la sangre
-le dijo el pintor-
y mientras le picaba la cabeza
trató de no rascarse
Ahora somos
marionetitas
rezadores
en congresos de cuarta
con lo piolines caídos
Compañeros:
¿Quién se fornicó
a la camarada?
¿Quién escupió
la ensalada?
¿Quién puso el disco
de Lou Reed?
Somos completos
incompletos
una ráfaga vaginal
desovada
un plato de guiso
frío
una palabra sin palabra
debajo
A falta de momia
criaremos estampas
y q los niños las ofrezcan
en los trenens matutinos.
A falta de
certezas
plantaremos un catco
que pinche
/Qué pinche viejito/
Lanzaremos granadas de arena
en el desierto
cerrando los ojitos
chiquitos, fruncidillos
casi casi maoístas
/¡ni el padre león permita!/
Pero entre tanta escena
de marxismo obstetra
el poeta se ha perdido:
-¿A dónde iba este poema?
-A la izquierda, mesié. A la izquierda.
